La caminata de Teresita hacia el Corazón de Jesús
Nuestra vida es un camino al encuentro con Jesús”, nos dice el Papa Francisco (Homilía, 1-XII-2013). Mañana cientos de jóvenes se pondrán literalmente “en camino” hacia el santuario de santa Teresa de Los Andes, en la procesión más masiva que convoca a los jóvenes chilenos.
“Teresa de Los Andes es un modelo de vida evangélica para la juventud de Chile […]. En ella se expresa el alma y carácter de vuestra Patria y la perenne juventud del Evangelio de Cristo […]. Éste es su mensaje: sólo en Dios se encuentra la felicidad; sólo Dios es alegría infinita”, fueron las palabras que otro santo dijo al referirse a ella, san Juan Pablo II, en la Homilía de Beatificación realizada en su visita a Chile, el 3 de abril de 1987.
Uno de los aspectos más destacados de la espiritualidad de Teresita fue su amor y devoción al Corazón de Jesús, llegando a ser mística del Sagrado Corazón… Toda su vida fue una respuesta al amor de Dios, entregándose a Él sin medida. «Nuestra santa chilena escribía un par de meses antes de su muerte, que comprendió su propia vocación iluminada por el Corazón de Cristo: “en ese Divino Corazón es donde he encontrado mi centro y mi morada. Mi vocación es producto de su amor misericordioso” (Carta 162)» (Arteaga, Andrés. Misionero del Amor, p. 4).
Los maravillosos escritos de la primera santa chilena, dotada de una inteligencia sobresaliente, de una pluma muy ágil y de una madurez poco corriente para las jóvenes de su edad, están contenidos en los diarios y cartas dirigidos a su familia y amistades cercanas. El foco de sus escritos es siempre “su centro y su morada”: Jesucristo. Les invitamos a leer algunos fragmentos que nos revelan el amor misericordioso de Dios, manifestado en Jesucristo; su inmensa ternura y la alegría que esta certeza produce en nuestra alma, dejando entrever así las tres palabras más repetidas por el Papa Francisco: MISERICORDIA, TERNURA DE DIOS, ALEGRÍA.
“Mis ojos llenos de lágrimas se fijaron en un cuadro del Sagrado Corazón y sentí una voz que me decía: «Yo estoy solo en el altar por tu amor, ¿y tú no aguantas un momento?»… Me dijo que me quería para Él. Que quería que fuese Carmelita”.
(Valentín Carro, p. 29. En Misionero del Amor, p. 8)
“He comprendido aquí, en el Carmen, mi vocación. He comprendido, como nunca, que había un Corazón al cual yo no conocía ni honraba. Pero ahora Él me ha iluminado. En este Divino Corazón es donde he encontrado mi centro y mi morada”.
(Valentín Carro, p. 7. En Misionero del Amor, p. 10)
“He tenido ansias de ser feliz y he buscado la felicidad por todas partes… Sólo en Dios mi corazón ha descansado, con Él mi alma se ha sentido plenamente satisfecha”.
(P. Miguel Ortega, p. 66. En Misionero del Amor, p. 12)
“Mi ideal de Carmelita es ser hostia, ser inmolada continuamente por las almas… Y mi fin principal es sacrificarme para que el amor del Corazón de Jesús sea conocido”.
(Valentín Carro, p. 163. En Misionero del Amor, p. 22)
“En la oración sentí que el Sagrado Corazón se unía a mí… Nuestro Señor me dijo que me abandonara a Él totalmente y atrajera a muchas almas al abandono total de sí mismas. Me ofrecí como víctima para que manifestara a las almas su infinito amor. Me dijo que lo hiciera todo uniéndome a Él”.
(Valentín Carro, p. 105. En Misionero del Amor, p. 24)
“Jesucristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca. Es martirio el que padezco al ver que corazones agradecidos a las criaturas no lo sean con Aquél que los sustenta, que les da vida y los sostiene; que les da y ha dado todo, hasta darse Él mismo”.
(P. Mariano Purroy, p. 66. En Misionero del Amor, p. 14)
“Papacito, es Nuestro Señor quien me reclama. Es necesario que su hija los deje. Pero téngalo presente; no es por un hombre, sino por Dios… Después de Dios, será usted y mamá los seres que más he querido sobre la tierra… Seré todo para Dios y Él será todo para mí”.
(Diarios y Cartas, p. 224. En Misionero del Amor, p. 16)
“Jesús me dijo que sufriese con alegría. Esto cuesta tanto, pero basta que Él lo pida para que yo procure hacerlo… Me dijo que había subido al Calvario y se había acostado en la Cruz con alegría por la salvación de los hombres. ¿Acaso no eres tú la que me buscas y la que quieres parecerte a mí? Luego ven conmigo y toma la cruz con amor y alegría ”.
(Diarios y Cartas, p. 35. En Misionero del Amor, p. 18)
“Creo que en el amor está la santidad. Quiero ser santa… El que ama no tiene otra voluntad sino la del amado. Luego, yo quiero hacer la voluntad de Jesús… El amor obedece sin réplica. El amor es fiel. El amor no vacila. El amor es el lazo de dos almas. Por el amor me fundiré en Jesús”.
(P. Miguel Ortega, p. 49. En Misionero del Amor, p. 20)
“A todo un Dios no le basta ya el hacerse niño, sujetarse a nuestras miserias, tener hambre, sed, sueño, cansancio, siendo Dios; no le basta el pasar por un pobre artesano, sino que se humilla hasta la muerte en cruz –muerte de criminal en aquel tiempo–; no le basta darnos gota a gota su sangre divina. Quiere más en su infinito amor. Y cuando el hombre prepara su muerte, Él se hace nuestro alimento para darnos vida. Un Dios alimento…, pan de su criaturas, ¿no es para hacernos morir de amor?”
(P. Miguel Ortega, p. 76. En Misionero del Amor, p. 28)
BIBLIOGRAFÍA
Carro, Valentín. Mi centro y mi morada. Burgos: Montecarmelo, 1995.
Misionero del amor (2007). Santiago de Chile: Lecaros, María Luisa (Ediciones Pastoral UC).
Ortega, Miguel. Teresa de Los Andes. Testimonio y Desafío. Santiago de Chile: Patris, 1993.
Purroy, Mariano. Teresa de Los Andes. Vida y Mensaje. Santiago de Chile: Carmelitas de Los Andes, 1987.
Teresa de Los Andes. Diarios y Cartas. Santiago de Chile: Carmelo Teresiano, 1995
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