Literatura y valores

Viernes 15 de Septiembre, 2017


 

Por María Luisa Lecaros. Doctorando en Artes y Humanidades, Máster en Matrimonio y Familia U. Navarra. Periodista, Profesora de Castellano U. Católica.

¡Ha llegado carta!

Imposible un mejor regalo de Dios en el 207º cumpleaños de nuestra Patria: ¡viene el Papa Francisco!. A pocos meses de su venida, semana a semana aprovecharemos de conocer el inmenso aporte que ha significado su Magisterio. Hoy nos introduciremos en el significado de la carta encíclica, para luego aproximarnos a Lumen Fidei y Laudato Si

Un 29 de junio de 2013, en la fiesta de san Pedro y san Pablo, el Papa Francisco lanzó su primera carta encíclica: Lumen Fidei (Luz de la Fe). Y el 24 de mayo de 2015, en la solemnidad de Pentecostés, difundió Laudato Si (Alabado seas, Señor). ¡Qué nombres!, tan visibles en la persona de Francisco (como él pide que lo llamemos). “El Papa de la alegría”, como lo llaman; el Pastor que lleva la luz de la fe a todos los rincones y periferias del mundo. Y el que elige, por medio de su nuevo nombre, uno de los aspectos esenciales de su misión: vivir su Pontificado como Francisco de Asís, transmitir su carisma y mensaje. Con ese amor mira a la creación y de ahí el nombre de la segunda encíclica, el cual reproduce parte del himno de la Creación inspirado por su patrono. 

¿Qué es una encíclica? Su origen proviene de las epístolas del Nuevo Testamento, como las de san Pablo de Tarso (siglo I). Si bien desde la Antigüedad se define como cualquier carta que un obispo envía a sus fieles, actualmente la Iglesia sólo utiliza este término para las cartas que el Obispo de Roma –el Papa– envía a los demás obispos y fieles católicos del mundo. Constituyen el documento pontificio más importante. El Papa Juan Pablo II, en sus casi 27 años de Pontificado, redactó 14. El Papa Benedicto XVI nos dejó tres, profundizando en las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad: Deus Caritas Est (Dios es amor), Spe Salvi (Salvados en la Esperanza) y Caritas in Veritate (Caridad en la Verdad). El Papa Francisco ha escrito las dos que mencionamos, junto a valiosas exhortaciones apostólicas, como Amoris Laetitia (La alegría del amor), sobre el amor en la Familia, y Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. 

En cuanto a su significado etimológico, el término, que proviene del latín encyclia y del griego egkyklios, significa “envolver en círculo”. ¿Qué se “envuelve”? Son determinados temas de doctrina católica, contenidos en la Revelación, vistos desde una mirada nueva y universal. ¿Y qué quiere decir “envolver en círculo”? Podríamos pensar en el merengue, que resulta a medida que se bate de forma envolvente. O en un árbol, en que el tronco es el tema central, las ramas son las ideas principales y las hojas, las secundarias. En este caso “envolver” sería retomar el tema central, el hilo conductor que guía nuestro discurso. Según su estilo literario, los Papas entregan sus mensajes de forma más bien holística o sistémica. La mirada más holística es similar a un espiral o la hipertextualidad de internet, con la cual se intentó imitar el funcionamiento de la mente humana, que “salta” de un pensamiento a otro de forma más bien aleatoria y abre nuevos y nuevos temas, como si los pincháramos en una pantalla. En las encíclicas papales esto no quiere decir desorden, sino otra forma de entregar los mensajes, a veces un poco más compleja para un lector poco habituado, pero con infinidad de ventanas de lectura, riquísima en contenido y significado. Así eran, según opinión de ciertos teólogos, las encíclicas de san Juan Pablo II y esto se debería a su amplio conocimiento de las humanidades (recordemos que era filólogo, dramaturgo, poeta, teólogo, filósofo), lo cual lo llevaba a entregar una mirada multidisciplinaria de los principios expuestos. El estilo sistémico, en cambio,  se asemeja más al orden alfabético o enciclopédico: concepto, definición, ideas 1, 2 y 3. Y fue más característico del emérito Papa alemán Benedicto XVI, uno de los más grandes teólogos de la historia. En cuanto al Papa Francisco, nos atreveríamos a afirmar que integra ambos estilos, aunque se asemeja más al de Benedicto XVI, porque cuando enuncia un tema, tiende a explicarlo a través de tres ideas centrales, para luego cerrar con una síntesis.  Escribe bastante “en fácil”, busca un lenguaje sencillo y comprensible para que la palabra de Dios llegue a todas los rincones. 

¡Hace cuánto no nos llega una carta! Sería una indiferencia de nuestra parte ni siquiera abrir el sobre de la primera encíclica que nos manda el Papa (Lumen Fidei), disponible en el sitio oficial del Vaticano (www.vatican.va), entre un buen tinto y una ‘empaná’. 



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