En la semana de Pentecostés te invitamos a leer el cuento El Petirrojo, cuya autora –Selma Lagerlöf– fue la primera mujer en obtener el Premio Nobel de Literatura.
El Petirrojo
Selma Lagerlof
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En 1909, la Academia Sueca otorga el Premio Nobel de Literatura a la primera mujer en obtener este galardón: Selma Lagerlöf (1858-1940), destacando la calidad literaria y el aporte espiritual de su obra. La escritora sueca, conocida por su novela El maravilloso viaje de Nils Holgersson, nos ha legado también una serie de cuentos, como El Petirrojo.
La historia recrea, con respeto y sentido del humor, el momento del Génesis. Dios, el Logos cuya palabra da vida, recién ha creado a los animales. Uno de ellos está molesto. A su lado ve gallos con crestas majestuosas y faisanes con purpúreos plumajes salpicados de oro, mientras que él es completamente gris. Va entonces a recordarle a Dios que pinte su plumaje. «Pero Nuestro Señor limitóse a sonreír amablemente, y dijo: –Te he llamado petirrojo, y petirrojo te llamarás, pero tú mismo tienes que proceder a ganarte las plumas rojas del pecho».
Enviado al mundo, pasarán muchísimos años e intentos de obtener el ansiado color, hasta que un día el ave divisa a tres hombres crucificados. Lo conmueve especialmente el que lleva una corona de espinas y piensa: «Si yo fuera hermano del águila arrancaría los clavos que perforan sus manos». Pasa el rato. La sangre gotea. El pajarito no es capaz de permanecer quieto por más tiempo. «Aunque soy pequeño y débil, es preciso que haga algo por ese pobre mártir». Y con su pico saca una de las espinas de la frente del Señor. Una gota de sangre salpica su pecho, tiñendo su plumaje. Escucha un susurro: «En premio a tu piedad has merecido lo que toda tu estirpe viene anhelando desde el día de la creación».
Y desde ese día el pecho del Petirrojo brilla rojo como la sangre, como leal recompensa al más noble acto de compasión movido por el Amor.