Durante esos días los peregrinos tuvieron la oportunidad de visitar todos aquellos lugares que son importantes para la fe cristiana y para el seguimiento de Jesús.
Cecilia Villarroel, una de las peregrinas, nos cuenta cómo fue esta vivencia. La Peregrinación a Tierra Santa fue para ella “una experiencia única”, que le permitió conocer lugares santos de los que había escuchado toda la vida. “Nos tocó la suerte de haber estado acompañados de un sacerdote franciscano que nos hizo conocer cada lugar de una forma muy espiritual, tan distinto a lo que puede ser un conocimiento turístico, las misas fueron en lugares significativos, todo eso fue una gran experiencia. Por otro lado, la gente iba con un espíritu de peregrinar, de cercanía, todos íbamos a un mismo a encuentro con la historia sagrada”, explica Cecilia.
En lo personal el lugar más especial para Cecilia fue el Mar de Galilea, “fue muy importante estar ahí, todo me decía que ahí había estado Cristo, fue un impacto”.