Como ya lo sabemos el Papa Francisco decretó este año como Santo Año Jubilar de la Misericordia, inaugurado hace ya algunas semanas.
El Año Jubilar de la Misericordia es un tiempo de gracia para experimentar con alegría la misericordia de Dios en nuestras vidas e irradiarla en nuestro entorno. Dice el Papa: “es mi deseo que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz”. Es una invitación a vivir la Misericordia siguiendo el ejemplo del Padre; que pide no juzgar ni condenar, y amar sin medida.
El Año Santo es un tiempo para hacer un camino de conversión: reconocer los propios pecados, arrepentirse, y recibir el perdón de Dios, principalmente a través del Sacramento de la Reconciliación.
Estamos llamados como Iglesia a ser transformados por el Espíritu Santo, para así ser testigos de la misericordia en un mundo tan marcado y dañado por la indiferencia, el maltrato, la violencia, los atropellos a la dignidad de las personas y estaremos sembrando así el Reino de Dios en la Tierra.
¡Dejemos que la misericordia de Dios llegue a nuestros corazones durante este año, para que podamos así ser portadores de misericordia para el mundo entero!