Cada 19 de marzo celebramos a San José, padre adoptivo de Jesús y esposo de la Virgen María, custodio de la Sagrada Familia y patrono de la Iglesia Católica.
Han pasado 154 años desde que el Papa Pío IX, proclamó a San José como Patrono de la Iglesia Católica y, durante sus 11 años de pontificado, el Papa Francisco ha reflexionado en diversas oportunidades sobre el “Santo del silencio”.
Por ejemplo, en su carta apostólica “Patris corde”, presentada en 2020, da cuenta de las principales cualidades de San José, refiriéndose a él como el Padre amado, Padre en la ternura, Padre en la obediencia, Padre en la acogida, Padre de la valentía creativa, Padre trabajador y Padre en la sombra.
“La grandeza de San José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, ‘entró en el servicio de toda la economía de la encarnación’, como dice san Juan Crisóstomo [7]”.
En ese sentido, San José “era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”.
Al aproximarnos a una nueva celebración de San José, celebremos su entrega generosa y procuremos imitar sus virtudes.
