“No se entristezca tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Con estas palabras, la Virgen de Guadalupe intentó consolar a un afligido Juan Diego, el 12 de diciembre de 1531 ¡Y vaya que lo hizo! ¡Y no solo a él! Las palabras de la Virgen nos consuelan también a nosotros, peregrinos en este mundo. Ellas nos recuerdan que nada hay que temer, porque Nuestra Madre siempre nos protege.
Hoy, por eso, celebramos a la Virgen de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de México. Le damos gracias por el milagro de dejar su imagen grabada en aquella sencilla “tilma”, y por el milagro de haber dejado su rostro grabado en nuestros corazones, en el alma de una nación, de nuestro Continente, de nuestra cultura y de toda la Iglesia. María de Guadalupe es señal irrefutable de cuánto Dios ama a sus hijos.
Fuente: ACIPrensa.
¡Gracias querida madre por protegernos en todo momento!