Cada domingo de Cuaresma, un feligrés de nuestra comunidad parroquial compartirá una reflexión para que cada uno de nosotros pueda detenerse unos minutos y regalárselos al Señor.
Agradecemos a Patricia Correa por las palabras de esta semana.
Tiempo de Cuaresma
La Cuaresma es uno de los tiempos litúrgicos más esenciales para nuestra vida de cristianos, ya que el Señor nos regala y ofrece un espacio largo y hondo para la reflexión, invitándonos a hacer camino con Él.
Recorrer en el alma el camino recorrido por Jesús, los días que fue tentado en el desierto para luego llorar su pasión y muerte, son una oportunidad para vivir Cuaresma entrando en nuestras sombras, reconociéndonos pecadores y limitados. Significa hacer camino de introspección profunda frente a un Cristo sufriente junto a nosotros, y que, después del camino recorrido, es el mismo Jesús quien nos saca de nuestras sombras, de nuestra herida y desde ahí nos eleva, desde nuestra pequeñez, porque necesita eso poco nuestro, para transformarnos. Y es ahí donde nos invita a resucitar con Él.
Es por eso que Cuaresma es tan importante; es camino espiritual a recorrer, no olvidemos que somos caminantes de este mundo. El camino tiene etapas y momentos, reflexiones, procesos internos, penas y alegrías. Caminamos junto al Señor y caminamos junto a los demás, junto a nuestra familia, junto a nuestros amigos y conocidos. Es un camino solitario y compartido a la vez. Sin este camino, sin esta vida de cuaresma, no habrá conversión. Y esta conversión significa hacer un cambio en la mirada, en la manera de entender el mundo, en querer al otro, en hacer un giro nuevo cada vez, cada año, hacia un Señor que siempre es nuevo e ilimitado, porque la Resurrección es infinita, inmensa y eterna. Siempre podemos resucitar en Dios.
No desaprovechemos esta Cuaresma, vivámosla como tiempo precioso de camino y conversión.
