En el marco del centenario de la muerte de Teresa de Los Andes, la primera santa chilena, queremos invitarte a conocer las distintas facetas de su vida, a través de cinco fichas, que nos permitirán profundizar en su humanidad, su relación con Dios y los demás, y su corta vida de carmelita. Cada ficha presenta extractos del diario y las cartas de la santa, links para acceder a sus escritos y música para reflexionar.
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En esta tercera ficha, te invitamos a conocer a Teresa de Los Andes desde su faceta como hermana.
Debido a la brevedad de su vida, la santidad de Teresa se forjó básicamente en dos ambientes: su hogar y el colegio. El Carmelo fue para ella el lugar donde consumó su entrega amorosa a Dios.
Juanita afirmaba que “La vida de familia, para que sea vida de unión, ha de ser un sacrificio continuado” (Carta 121, agosto de 1919). Y lo hacía con la delicadeza y la prudencia, que da el amor. Ya lo atestiguará su hermano Luis, quien la llamará la “joya de nuestra casa”, o su hermano Miguel quien dirá que en su casa había “una santa de verdad”. Ambos testimonios son de mucho valor, teniendo en cuenta que Luis se declaraba ateo y Miguel llevaba una vida bohemia.
Por otra parte, la relación entre sus padres se fue tornando cada vez más tensa, debido a los sucesivos problemas económicos, hasta llegar al quiebre; salvaguardando, por cierto, las apariencias de la época.
Así, se puede concluir que la vida de familia fue el crisol que fue convirtiendo su alma, preparándola para amar al más puro estilo de Jesús, es decir, hasta el extremo.
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