Homilía del V Domingo de Cuaresma

Lunes 30 de Marzo, 2020


 

Padre Jorge Barros

Introducción

¿Quién de nosotros no ha participado alguna vez de un funeral?

  • ¡Cuánto dolor hay en ese momento!

  • Puede ser un niño, joven o adulto

  • Puede ser de improviso o después de una larga enfermedad

  • La certeza de no volver a ver a una persona nos destroza el alma

  • Su recuerdo nos hace pensar en el paso inevitable que también nosotros daremos un día a la otra vida

Desarrollo

  1. Ante esta realidad el evangelio de este domingo no podría ofrecernos palabras más consoladoras en particular por el contexto que estamos viviendo con un virus altamente mortal

  • El miedo a la muerte es una reacción natural al deseo más profundo de nuestra existencia: seguir viviendo

  • Muchas personas atemorizadas por esta realidad inevitable intentan apartarla de sus pensamientos o evadirla a cualquier costo

  • ¿De qué sirve?

  • La muerte está siempre al acecho

  • Es una certeza absoluta

2. En estos últimos domingos la liturgia de la Palabra nos ha hecho una verdadera catequesis sobre la persona de Jesucristo

  • Lo acompañamos en el momento de las tentaciones, la transfiguración, su encuentro con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento

  • Hoy la Iglesia nos lo muestra como aquel que no solo da la vida sino que es la vida misma

  • Por eso Jesús le dirá a Marta: Yo soy la resurrección y la vida: Preguntándole: ¿Crees esto?

  • Esta pregunta nos la dirige también hoy a cada uno de nosotros a través de la liturgia de este día a las puertas de la semana santa

  • Se la respondemos con fe todos los domingos cuando rezamos: Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna

  • ¡No es una reencarnación sino una resurrección!!

  • Se trata de una verdad fundamental para nuestra fe cristiana

  • Sin embargo incluso entre católicos la fe en la resurrección y en la vida eterna va acompañada muchas veces de dudas y confusión

  • Se trata de una realidad que ciertamente sobrepasa los límites de nuestra razón y requiere a la vez un razonable acto de fe

  • Si lo pensamos bien dedicamos poco tiempo a profundizar la enseñanza de la Iglesia sobre un tema fundamental para nuestra existencia

  • No solo para la comprensión de la vida después de esta vida sino para la vida presente

  • Vivimos en medio de una sociedad y un ritmo de vida que normalmente no nos deja mirar más allá de lo que vemos o sentimos

  • Es como la contaminación, que no nos deja ver las estrellas, pero ellas existen, son hermosas y nos hablan que no somos el centro del universo

  • En este sentido la cuarentena que vivimos es una oportunidad única para nuestras vidas de volver a orientarnos hacia lo fundamental.

  • Me pregunto con ustedes: ¿Qué sería de nuestra vida si solo estuviera referida a nuestro breve paso por este mundo?

  • ¡Qué absurdo seria vivir para terminar en un cementerio!

  • No tendríamos derecho a la esperanza

  • San Alberto Hurtado comparaba la existencia humana con: Las pirámides de Egipto, La iglesia de san Francisco en Santiago (1613) / Catedrales, Monumentos de la edad del neolítico o la edad del bronce, El Coliseo en Roma, las pirámides de Uxmal, Tikal, Egipto, Árboles como el alerce que pueden vivir más de 3.000 años

  • En cambio el ser humano apenas se acerca a los 100 años

  • ¿Qué será de las 150.000 personas que mueren cada día en el mundo, 80.000 chilenos al año y 56.000.000 en todo el mundo? ¿Los miles que mueren cada día por la corona virus?

  • Hoy la Iglesia a través de su liturgia quiere fortalecer nuestra fe en la resurrección antes de invitarnos acompañar al Señor en la próxima semana santa

  • Lo hace haciendo memoria de unas palabras de Jesús que jamás en toda la historia se habían escuchado antes y nadie se atreverá otra vez a pronunciar

Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás

  • Es decir cada persona humana no está diseñada para vivir un siglo o unos cuantos milenios como los monumentos o los arboles sino para siempre

  • Agrega San Pablo en la segunda lectura: Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos esta en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos volverá a darle vida al cuerpo mortal que ustedes tienen, por obra y gracia del espíritu de Dios que reside en ustedes (Rm 8,11)

  • ¡Que tranquilidad tienen que darnos estas palabras!

  • Todos sabemos que algún día vamos a morir

  • Pero también sabemos que del mismo modo como Jesús resucitó a su amigo Lázaro nos resucitará si hemos tratado sinceramente de ser fieles

  • Es por eso que nunca nos podemos cansar de cultivar nuestra amistad con El, de vivir de cara al Padre del cielo y movidos por el Espíritu Santo.

  • Es justamente esa amistad con el Señor la que nos garantiza que algún día resucitaremos

Conclusión

Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo

  • Que esta expresión de fe de Marta, hermana de Lázaro

  • Sea también la nuestra este domingo frente a cualquier muerte que nos toque asistir, en particular durante las próximas semanas.

  • La de nuestros amigos, padres, hijos, hermanos y seres más queridos

  • Incluso frente al anuncio de nuestra propia muerte

  • Que la Madre de Jesús y san José patrono de la buena muerte dispongan nuestros corazones en estos días

  • Que nos ayuden a revivir la pasión y la muerte de Cristo con una fe inquebrantable en la resurrección

  • Tal como Ella sostuvo a Jesús en la hora de su muerte nos sostendrá a cada uno de nosotros

  • No estaremos solos, rogara por nosotros, para llegar a la gloria.

 



Regístrese aquí para recibir nuestras noticias:
Diseño y Desarrollo de Iglesia.cl