La Anunciación del Señor: 25 de marzo 2020

Miércoles 25 de Marzo, 2020


 

P. Álvaro Ginel SBD

Contexto

Litúrgicamente la solemnidad de la Anunciación del Señor a María se sitúa a los 9 meses justos de la fecha del 25 de diciembre. Nueve meses de gestación del Verbo Encarnado.

La Anunciación es un tema muy abundante en la iconografía y pintura, solo recordar a Fray Angelico.

Esta fiesta, que no es fiesta mariana, sino del Señor, es la fiesta de las Anuncias, Encarnas y Encarnaciones.

Celebramos este día de la Anunciación del Señor en plena crisis del coronavirus, un poco estremecidos, abrumados, sobre pasados y confinados. ¿Cómo escuchar HOY este misterio del amor de Dios que se encarna en la realidad de la persona humana cuando las cosas no nos van bien y el mal se extiende y abarca al mundo entero, y sentimos lo que es el mal escuchando el mal en el llanto y dolor que ha entrado en la casa de los amigos y conocidos?

Pero, por encima de todo, la fe nos dice que DIOS ES BUENA NOTICIA.

Lucas 1,26-38

26En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». 29Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. 30El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. 31Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». 34Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». 35El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. 36También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, 37porque para Dios nada hay imposible». 38María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

Una mala primera opción

Este es lo de siempre. Esto ya me lo sé de memoria. Se repite mucho. Pues saberlo de memoria nos es lo que más nos ayuda a vivirlo.

Poco a poco

“En el mes sexto”, es decir, cuando Isabel lleva embarazado 6 meses también por el poder de Dios (cf. Lc 1,5-25).

. “Gabriel enviado por Dios”. Dios toma la iniciativa. El amor se hace iniciativa. Iniciativa es distinto de programación. Nosotros programamos muchas veces “cosas”. Aquí se habla de iniciativa, de acción que el amor pone en marcha y que no estaba o existía antes. Iniciativa es una acción del amor salvador, no de lógica programa.

“A una virgen desposada con José, María”. Las iniciativas de Dios son para salvación y pasan por la elección de personas concretas. Dios se hace concreción y cercanía y presencia a partir de personas concretas. Dios actúa por personas. Somos necesarios como personas para que Dios haga su salvación.

María, de pronto, tiene la confirmación de que Dios cuenta con ella. Dios cuenta con nosotros “no para que nos salvemos”, “sino para hacer su obra de salvación para todos”. Nos salvamos colaborando en la obra de salvación que Dios quiere para todos sus hijos. ¡Se acabaron los individualismos! ¡Cambiemos de óptica! Participamos en la salvación que Dios tiene para todos. Dios se hace presente a otros por nosotros. Esto es motivo de alegría.

Como es motivo de alegría que otra persona se fije en ti, en mí, y te distinga, pida y te “llame” para cumplir un plan de salvación o de realización personal.

Cuando esto pasa, se juntan dos sentimientos: alegría y temor. ¿Quién soy yo para que te fijes en mí? ¿Estaré a la altura de lo que me pides? ¿Podremos caminar y realizar juntos un proyecto común?

Posiblemente nunca estemos a la altura del otro y, sobre todo, del Otro, Dios. Pero no es eso lo que Dios pide a María. Es desproporcionado el que pide y lo que pide comparado con la realidad de la persona concreta: María. A María no se le pide ser madre porque está a la altura de Dios. Solo se le pide que deje actuar a Dios en ella. ¡Esta es la diferencia! La sola salida es: aceptar el exceso de confianza de Dios en la persona que llama. Aceptar que antes de confiar nosotros en Dios, Dios confía en nosotros, en nuestro barro. Es que toda llamada de verdad es puro regalo, pura gracia. Dios siempre corre un riesgo con nosotros: le podemos “salir rana”. Pero lo corre. ¿Por qué? Por el exceso de confianza. Y porque da la fuerza para responder a la confianza, sin forzar la libertad. La libertad, cuando se analiza desde el punto de vista de la confianza, del cariño, deja de ser filosofía y razón para convertirse en relación amorosa. Y esto ya se escapa del campo de la filosofía. Las razones del amor no se explican con la razón.

“Hágase”. La respuesta final de María es un “hágase”. Traducido podría ser: “No logro entender ni que Dios se haya acordado de mí, ni que me haga esta propuesta, ni las consecuencias, ni que yo esté a la altura de responder. No entiendo nada. Pero solo tengo una postura: Creo y me fío tanto de Dios, que ¡adelante! Acepto. ¡Hágase!”. Al amor no se le puede pedir todo al principio. El amor se va haciendo realidad poco a poco con escucha, silencio y apertura. El amor no pide saberlo todo por anticipado, sino entregarse del todo poco a poco en diálogo y silencio; en confianza. Esto, hoy, muchos hombres, no lo entienden, no están dispuestos porque “los chascos” son morrocotudos.

¿Qué nos falla? No lo sé. Posiblemente muchas cosas, pero una quizá sea la madurez para acercarnos a alguien y amar y la disponibilidad de las dos personas para “andar en amor”, y no para resolver soledades o buscar “compañía física” y no “comunión espiritual y total con la otra persona”… Me quedo sin palabras. No tengo explicaciones.

Esta Palabra de Dios es la situación de coronarirus

Dios sigue empeñado en salvarnos. Dios sigue solicitando directamente a hombres y mujeres para salvarnos: médicos, enfermeros, barrenderos, enterradores, gente sencilla... Dios hoy no ha dejado de ver y escuchar “el grito” de los ancianos en soledad, de los que mueren solos, de los que protestan: “¿Por qué me ha tocado a mí? ¿Por qué no puedo decir un último ‘te quiero’?”. “¿Por qué…?”. La fe acepta que no hay respuesta a todo porqué Dios sigue obrando salvación en esta peste-epidemia-pandemia que nos hace bajar de la torre de Babel que nos hemos hecho. Se nos han caído todos los planes y programaciones. Se nos ha caído nuestra “torre”. Este derrumbamiento nos lleva a una pregunta, si nos la queremos hacer.

Dios sigue obrando salvación en medio de nosotros por medio de su Hijo encarnado, por medio de los seguidores de su Hijo y sus iniciativas, por medio de los hombres y mujeres que “no están” en la tienda de la Iglesia y “profetizan” bondad, fraternidad, ayuda, entrega hasta la muerte, humanidad y con sus gestos Dios se hace presente. Dios actúa también fuera de la frontera de la Iglesia, de las Iglesias. Dios es Dios y “no está confinado”.

Dios está haciendo salvación abriendo los ojos para construir una sociedad que no intente hacer “torres de babel” y de confusión. Hay caminos que llevan a la destrucción de la humanidad y lo estamos palpando.

Dios sigue obrando salvación y visitando a su pueblo y a personas concretas para que colaboren con él. Solo exige total confianza en él. Dios busca hombres y mujeres que se comprometan de verdad a ser “esclavas y esclavos” y a obedecer y a confiar.

Dios nos ayuda a abrir los ojos y escuchar el grito del dolor indescriptible de personas golpeadas y abandonadas. Y, al mismo tiempo, ahí están brotando semillas de salvación. ¡No lo tiene Dios fácil! ¡Estamos muy acostumbrados a solucionarnos los problemas sin contar con él, solo apoyados en nuestras fuerzas y cábalas! Hay que hacer esto, sin dejar a Dios olvidado.

Es un pecado decir que Dios se ha olvidado de nosotros y se ha refugiado en su cielo y no sirve de nada, y no nos escucha. Es una oración rezar: “Señor, no entiendo lo que está pasando. No entiendo qué palabra nos estás gritando. No entiendo el dolor que vivimos. No entiendo nada. Pero creo que eres el Dios de amor, a pesar de mi tentación de dudarlo. Con el grito de tu Hijo Jesús en la cruz, clamo: “¿Por qué me (nos) has abandonado?”, y añado seguidamente: “En ti confío; en ti pongo toda mi vida; a ti te entrego mi vida; ¡estás!”.



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