San José, Casto Esposo de la Virgen María

Viernes 13 de Marzo, 2020


 

19 de marzo

Hoy queremos destacar algunos rasgos de San José: Dios confía en él; sirvió al Hijo con amor de padre; fue un hombre justo, servidor fiel y prudente .

HOMBRE JUSTO, HOMBRE BUENO

Hay que ir más allá del concepto de justicia y, por tanto, de hombre justo que la sensibilidad del hombre moderno tiene. El hombre justo en el Antiguo Testamento es aquel que se deja guiar siguiendo la Ley y la voluntad de Dios. La Ley no es estrictamente el cumplimiento de los diez mandamientos, sino que es todo el Pentateuco, es decir, es creer en el designio histórico y moral de Dios sobre los hombres; leer los acontecimientos viendo en ellos la huella y la guía de Dios. El hombre justo es aquel que sigue los caminos de Dios, de manera que su vida es anuncio de la santidad de Dios y es un ejemplo para todos. El justo testimonia a Dios y, con su vida, contribuye a la construcción del Reino. En Isaías 58,6ss y en Ezequiel 18,5-9 se nos viene a decir que los que quieren practicar la justicia no solo han de cumplir lo que es justo sino que Dios les pide romper las cadenas injustas. El hombre justo ayuda, se compromete con quien está en aprietos. José, que era justo, aunque se había prometido con María (este compromiso tenía la fuerza y la vinculación de un matrimonio público) no la denunció públicamente como si hubiera sido infiel (no la humillaba ante todos); más bien podemos ver que José estaba seguro de María y la respetó –amándola, protegiéndola– cosa que, a ojos humanos, habría sido un deshonor por siempre. El evangelista no nos habla del estado de ánimo de José ni de su proceso de discernimiento. Quizá si nos propusiésemos ponernos en el lugar de José descubriríamos cuáles son estos sentimientos.

SERVIDOR FIEL

Admiramos al hombre que en el evangelio no es quien centra la atención sino que es el instrumento que hace posible que el designio de Dios se desarrolle en su plenitud en María y Jesús. Su misión, muy delicada es que, los que sirve, puedan desplegar y crecer según la voluntad de Dios. Como servidor queda comprometido con este sello toda la vida y es feliz siéndolo. El sentido de esta felicidad lo podemos encontrar en los primeros versículos del sermón de la montaña. Pero para ser un verdadero servidor es necesario que primero sepa escuchar desde la profundidad de su corazón, por esto hace caso del ángel que se le aparece en sueños y le dice lo que ha de hacer, a quién lo ha de hacer, el sentido de su servicio; no puede estar replegado en sí mismo, sino atento a lo que se le dice, y él lo vive como un acto de obediencia en silencio, sin objeciones, sin hacer preguntas: «Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor» y, probablemente sin entenderlo demasiado, porque cuando se sirve no siempre se puede ver todo el alcance y las consecuencias de todo lo que se nos pide. Otro aspecto a subrayar, y que se ve en la experiencia de José, es que por el hecho de ser llamado a servir toma conciencia de que quien te pide el servicio confía, se fía del servidor. José se convierte por antonomasia en el servidor fiel y prudente en quien el amo tiene toda la confianza. La confianza es el otro de los rasgos característicos de los bue- nos servidores; se han ganado la confianza de aquellos a los que sirven, porque su actitud es propia de los justos y buenos.

Fuente:  Extracto de misa dominical de Centro de pastoral litúrgica cpl.es



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