El 11 de febrero de 1858, la Virgen se reveló a Bernardita Soubirous, niña de sólo 14 años, en 18 circunstancias, lo que se ha llamado las 18 oportunidades.
Le confió algunos secretos personales y le encargó transmitir un sencillo mensaje, eco del Evangelio y de las Bienaventuranzas. Dicho Mensaje se encierra en estas palabras, acompañadas de signos: oración, pobreza, penitencia, conversión, como un camino para seguir a Jesús, a imitación de María.
Finalmente, quiso identificarse y presentarse oficialmente, diciendo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, palabras que ratificaban la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción, definida por Pío IX 4 años antes, el 8 de diciembre de 1854.