Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios

Martes 21 de Agosto, 2018


 

El 20 de agosto, el Papa Francisco hace pública su carta dirigida al pueblo de Dios, la que comienza señalando que “con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud

El Vaticano publicó una “Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios” en la que el Pontífice expresa su enérgica condena a los abusos sexuales cometidos durante décadas por sacerdotes en Pensilvania (Estados Unidos) y reconoce que ningún esfuerzo por pedir perdón y reparar los daños será suficiente.

«Si un miembro sufre, todos sufren con él». Con estas palabras de san Pablo, el Papa Francisco ha hecho pública una carta dirigida al Pueblo de Dios, porque estas palabras resuenan con fuerza al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas.


El dolor de las víctimas es también nuestro dolor


Un crimen, afirma el Papa, que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Y es que mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado, y como dice Francisco, mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse.

El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso, el Papa pide que se reafirme con urgencia el compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.


Si un miembro sufre

El Papa recuerda en su carta la noticia hecha a conocer hace algunos días, donde se detalla lo que vivieron mil sobrevivientes, en EEUU, en Pensilvania, todos ellos víctimas del abuso sexual, “de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años”. Aun la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, como afirma el Santo Padre en su carta, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”.

El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito, añade el Papa, fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad.

El Pontífice expresa que “con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”. Y recordó las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!. Es que, como dijo el Cardenal Ratzinger entonces, “la traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)” (Novena Estación).

Fuente: Vatican News

Para leer la carta completa, haz clic en el enlace de más abajo: 

 

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