No queremos que la pandemia nos distancie de aquellas conversaciones idóneas para conocernos, más aún para saber un poco más de nuestro párroco.
Por ello, hemos querido compartir parte de la vida del padre con su nueva comunidad parroquial.
Un poco de su historia
Francisco Andrés Cruz Amenábar, nació en Santiago el 21 de agosto de 1969. Sus padres son María de Los Ángeles y Francisco Javier.
Estudió en el Colegio Verbo Divino. Luego, ingresó a estudiar derecho en la Universidad Diego Portales. Cuando llegó el momento de dar su examen de grado, decidió no hacerlo, ya que “desde el inicio de la carrera quería entrar al seminario”, comenta el padre. A los 24 años, comenzó su preparación al sacerdocio en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago, y se ordenó el 20 de abril del 2002.
Durante su vida sacerdotal ha vivido diferentes realidades. Ha sido Vicario en: Parroquia “Jesús Señor de la Vida”, en Población “La Bandera”; Vicario en la Parroquia “Cristo Resucitado” de Maipú; Párroco en la Parroquia Santa Cruz de Mayo” en La Florida, hasta este año; y además fue capellán por 15 años en la Pastoral UC.
Por otro lado, nuestro párroco se desempeña como juez del Tribunal eclesiástico de la arquidiócesis de Santiago.
Su familia
Es el mayor de 4 hermanos: José Ignacio, María de los Ángeles y Juan Cristóbal, quienes le han otorgado la dicha de poder disfrutar de las risas, travesuras y alegrías que otorgan sus 12 sobrinos. El Padre comentó: “Tengo una familia muy bonita, somos bien unidos, nos vemos harto”.
En su familia hubo alguien que marcó su vocación: “ella fue esa figura de valoración del sacerdocio”, dijo refiriéndose a su abuela materna.
Recordó una anécdota: un verano en la playa, su abuela lo llevó junto a sus hermanos y primos a Misa, al momento de las peticiones, al dar la palabra, su abuela de inmediato dijo: “te pido Señor, que alguno de mis nietos sea sacerdote”, lo decía fuerte recuerda. “Nosotros nos reíamos y nos pegábamos codazos…éramos niños y mirábamos con locura lo que ella decía.”, comentó Francisco.
También contó la estrecha relación que su familia tuvo con San Alberto Hurtado: “mi abuela siempre fue muy cercana al Padre Hurtado, ella lo conoció y siempre nos habló de él; era de los matrimonios jóvenes que ayudaban al Padre”.