Literatura infantil y valores

Viernes 26 de Mayo, 2017


 

Por María Luisa Lecaros, Profesora de Castellano y Periodista U.Católica, Máster en en Matrimonio y Familia U.Navarra

Baldomero va a la escuela
Alain Broutin 
Ilustr.: Fréderic Stehr 
Barcelona: Carimbo, 1999

«¡Buenos días! Soy yo, Baldomero. Voy a la escuela (…). ¡Hola, señorita Pinzón!». El sociable oso ha iniciado su viaje, un viaje en que el tiempo cobra un valor esencial: debe llegar puntualmente al colegio. Primero se encuentra con Jabalí, con quien se detiene a pintar. Pronto recuerda su deber: «¡Hasta la vista! (…) Me voy corriendo a la escuela: llego tarde». Sigue su camino, pero encuentra a su amigo Zorro, con quien se distrae jugando con plastilina. Chapotea, después, con la señora Rana y el señor Sapo; corta flores para su profesora, hasta que finalmente consigue llegar al colegio. Y se sorprende al descubrir que sus compañeros también han trabajado con pintura y plastilina. ¡La clase ya ha terminado! 

En esta sencilla historia, cuya trama gira en torno a una tensión que viven los niños a diario, como la decisión de hacer las tareas o de ir primero a jugar, descubrimos la importancia de cumplir “el encargo”, en palabras del filósofo español Leonardo Polo (1926-2013), de no distraernos de nuestra misión aún cuando se trate de otras cosas buenas, como jugar con los amigos o cortar flores para la profesora. A la vez, la historia termina con la formulación de un propósito de parte de Baldomero: «Mañana, iré a la escuela. (…) Seré el primero en llegar y trabajaré mucho». Aquí se desprende su intención de enmendar y recomenzar –«Seré el primero en llegar»–, e incluso va más allá: «Trabajaré mucho».



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